-
0. MEDITAR CON ELINE SNEL
-
El mindfulness puede ser de gran ayuda para los niños que están demasiado estresados, demasiado dispersos, demasiado angustiados, para que vuelvan a encontrar su centro y tranquilizarse.
Pero puede ir aún mucho más lejos: puede ayudarles a adquirir más humanidad. A no convertirse solamente en trabajadores y consumidores, sino a cultivar desde muy pronto las capacidades de presencia en el mundo y a tomar conciencia de lo hermoso y frágil que éste es.
¿Qué es el mindfulness?
Mindfulness no es otra cosa que estar conscientemente presente, desde una actitud abierta y amable. Sin juzgar, ignorar las cosas o dejarse arrastrar por todo el ajetreo de cada día, estás aquí presente, en este momento (que es algo diferente que el pensar en este momento).
Si estás presente al levantarte, al hacer las compras, ante la sonrisa más hermosa de tus hijos o ante conflictos grandes y pequeños, no estás con tu atención en otra parte, entonces estás aquí. Así ahorras energía y te das cuenta de lo que ocurre mientras ello está sucediendo. El estar presente de forma consciente y amable conlleva una serie de cambios en tu comportamiento y actitud hacia ti mismo y hacia tus hijos. Ello sucede más o menos por sí mismo, de manera natural. Desde dentro, sin tener que hacer nada. Mindfulness es experimentar el sol en tu piel. Sentir esas gotas saladas deslizarse por tu mejilla. Percibir la irritación en tu cuerpo. Experimentar la alegría y la tristeza en el momento en que estas suceden. Sin tener que hacer nada con ello, sin tener que reaccionar inmediatamente o expresar qué piensas. Mindfulness es estar amablemente presente en lo que ahora es. En cada momento.
¿Para qué tipo de niños son apropiados los ejercicios de mindfulness?
Los ejercicios de mindfulness son apropiados para cualquier niño de entre 5 y 12 años, que quiera calmar su mente llena de pensamientos, que quiera aprender a sentir y comprender sus emociones y también a concentrarse mejor. Asimismo, son apropiados para todos aquellos que tengan necesidad de tener confianza en sí mismos y de poder ser tal cual son. Muchos niños se sienten muy inseguros, creen que no son lo suficientemente simpáticos o buenos. Se preocupan, tienen problemas con su imagen y reaccionan a ello retrayéndose, o al contrario, haciéndose notar, teniendo una actitud complaciente, o solo piensan en ellos, molestando a otros o haciéndose los duros. Se encuentran enredados en comportamientos que aparentemente les sirven de algo.
¿Son estos ejercicios también adecuados para niños que padecen hiperactividad, dislexia y otros trastornos relacionados con el autismo? Sí, a la mayoría de ellos les encanta hacerlos. Aunque por supuesto, no son un remedio para estas dolencias. En ese sentido, el mindfulness no es un tratamiento. Pero, por medio del mindfulness se aprende a tener una relación distinta con estas dolencias y los problemas que las mismas comportan.
Consejos para hacer las meditaciones.
- HAZ LOS EJERCICIOS CON REGULARIDAD: La práctica hace milagros. Practicando se aprende, lo mismo sucede con la atención. La práctica regular aumenta tu habilidad. Para ello, elige momentos fijos, por ejemplo un par de veces a la semana, a la misma hora. A algunos niños les encanta practicar desde el principio, a otros les cuesta un poco más ya que les parece aburrido y raro. En este caso podéis convenir hacer los ejercicios cinco veces consecutivas y comentar después cómo lo han experimentado.
- UNA PRÁCTICA SENCILLA Y LIGERA: Intenta mostrar una actitud juguetona, llena de humor, relajada. Si el niño se resiste, puedes acordar hacer la práctica en otro momento.
- REPITE LOS EJERCICIOS DE VEZ EN CUANDO: Los ejercicios siempre resultan distintos. Cada momento es nuevo. Por ello es recomendable hacerlos con cierta regularidad, ello comporta nuevas experiencias cada vez.
- TEN PACIENCIA: Los ejercicios no dan siempre resultados de inmediato. Al igual que con el aprendizaje de un idioma o cuando aprendes a tocar un instrumento, es necesario tener paciencia. Una oruga no se convierte en mariposa en un día.
- VALORA AL NIÑO AL PRACTICAR: El apoyo es imprescindible. Todos tendemos a mejorar nuestra práctica cuando nos dicen que hemos hecho todo lo posible y que lo estamos haciendo muy bien.
- PREGUNTA CÓMO LO VIVEN: Después de realizar algún ejercicio, pídeles que expresen en palabras cómo han experimentado la práctica. Las experiencias no son ni buenas ni malas, son simplemente vivencias de cada momento. A la mayoría de los niños les apetece comentarlo, pero si ese no es el caso, también está bien.
No puedes detener las olas.
No puedes influir en el comportamiento del mar. No puedes detener las olas, pero sí que puedes aprender a surfear, a practicar el surf sin vela.
Esta es la idea central de la práctica de la atención. Sencillamente, las personas tienen problemas, es así, sentimos tristeza, estrés y hay muchas cosas con las que tenemos que tratar.
Cuando en tu vida estás realmente presente en este tipo de situaciones, entonces puedes observar verdaderamente la realidad, sin necesidad de reprimir nada, sin dejarte arrastrar, o de “simplemente no quererlo”. Y cuando ves las olas como de verdad son, puedes, a partir de la atención completa, tomar decisiones más acertadas y actuar después de haberlo meditado bien. Te das cuenta de que estás irritado tan pronto como ello sucede. Percibes que se te ha acabado la paciencia o que sientes deseos de dar una bofetada. Tan pronto te das cuenta, tienes una elección. De esta manera corres menos riesgo de verte arrastrado por tus emociones o por las de otro. Puedes detenerte un momento, esperar, tomarte un respiro. Observar la situación e identificar lo que sientes, piensas o quisieras hacer. Te vuelves consciente de las fuerzas que agitan las olas. Consciente de tu tendencia a reaccionar automáticamente y al mismo tiempo te ocupas menos de cómo “habían de haber sido” las olas.
Aprende a surfear.
El paso más importante para aprender a surfear es: parar un momento y observar. Al parar te das la oportunidad de reaccionar de otro modo ante las circunstancias en las que te encuentras. Es decir, actuar menos a partir de la frustración o siguiendo el comportamiento automático. Reaccionar con más suavidad, siendo más comprensivo, sin perder los límites de vista. Empiezas a darte cuenta de que el problema no es la situación en sí, sino que es tu propia reacción ante ella la que la hace difícil.
Dani: A veces aún me enfado, a menudo por las mismas cosas. Pero he aprendido a no volver a reaccionar de forma automática. Me doy cuenta de que tengo poca paciencia y lo acepto. Respiro un par de veces conscientemente antes de hacer o decir algo. Ello supone una gran diferencia.
Surfear sobre las olas no es uno de los deportes más fáciles. No puedes hacer que las olas sean más pequeñas o que sean más potentes. Vienen y van según su propio ritmo: a veces son altas, a veces son bajas. A veces son muchas (una madre enferma, amigos que se separan, despido inminente, y cosas por el estilo), a veces la superficie del mar está lisa y llana. Al reconocer las olas en tu vida y no reaccionar de forma automática, podrás apreciar que tienes más calma.
-